jueves, 28 de abril de 2005

Oda a la primavera.

En vista de que la magnificencia y la excelencia de mi post anterior ha dejadou atónitos y sin palabras a tooooooooooodos mis lectores... ehh... sí, tooooodos todos todos (pos naiden dejó ni siquiera una mentada de madre en el tag... buenou, el Tirado sí, pero ese huey no cuenta), pues me he vistou en la penosa necesidá de volver a escribir pindejadas más pindejas que vayan más con la naturaleza pindeja de este pindejou, o séase, su servillévatelou: Yogurt.

En efectou, la primavera llegó trayendou consigou no solamente la alegría de las flores, el cantou de los pájaros y ¡su calor de los pinchis mil demonios!... no, también ha traídou consigou algodón que nos llena de emoción, felicidá y, sobre todou, mucha excitación: las faldas.

No sé quién fue el cabrón hijo de su pinchi madre que descubrió las faldas antes que yoplait, pero ese pindejou debió haber sidou condecoradou con las mesmas perlas de la virgen por desarrollar en su mente y llevar a cabou su proyectou de ponerles un pedazou de tela alrededor de la cadera a las viejas pa taparle el moñoñongou. Si supiera quién es le pondría una veladora juntou a su fotou, sería mi índiolou más grande, estaría por siempre en deuda por haber sidou el causante de que mi corazón palpite de manera irregular cada vez que veo pasar un par de piernas desnudas bajou una falda. ¡¡¡¡Ayyyy papaaaaa ya no me peguessss!!!!...

Pos sí, desde hace un tiempou que no recuerdou exactamente cuántou, las faldas tienen un poder sobre míguel. Hay morras que con cualquier otro atuendou me podrían parecer X, o sea encamables, sí les hagou un pariente, pero X. Pero si esas meeeesmas morras se ponen una faldita cortita y tienen aunque sea algou de pierna que mostrar, uuuuuufff vaporuffff, sus bonos suben hasta el mesmou cielou y esa morrita pasa a ser una de las supersexy chiquimamis más exclusivas de mi harén (virtual, por supuestou).

Últimamente por la escuelucha a la que de vez en cuandou atiendou han estadou desfilandou cada culitou con su par de chamorros que las ganas de trabajar, de por sí pocas, se me esfuman al instante. Uuuuuy, ¡los cambios de hora!, nooombre, cada pinchi vieja buscandou su próxima clase caminandou por los pasillos que no mamesss, o sea, NO PINCHE MAMES CAPRÓN... a veces me cuesta muchou controlarme... snif.

Pero bueeeenou, os lo digou ahora: algún díafanou día seré amou y señor de unou de esos combos de culitou con chamorros y será entonces, óiganlo bien, será entonces cuandou me la pase amaestrándolou y cuidándolou y dándole de comer tooodos los días y toooodas las noches con sus respectivas repeticiones y pilones y hasta propinas y horas extras. He dichou, chingada madre.

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