sábado, 15 de octubre de 2005

El morro y las faldas...

Yogurt siempre fui el preferidou de todas mis maestras. Desde que tuve edad pa ir a un pinchi kinder hasta que pasé a sexto año de primaria, cuandou tuve un maestrou imbécil que nos engañó con unos exámenes y pasó a ser, probablemente, la única persona que me provoca guardarle rencor. Algún día contaré esa historia.

Cuando piensou cuándo la gente empieza a interesarse por el sexo opuestou de una forma sentimental/sexual siempre trato de recordar cuándo fue que me empezaron a gustar los hombres... ehh... digo, las morritas. Entonces se me viene a la mente la morrilla de ojos verdes a la que defendí de un truán que le jalaba los pelos aventándolou a la vértebra. Eso fue en primero de kínder. Desde entonces he tenidou machin viejas en las que me he interesadou. De hechou, creo que de morrillou era 200 mil veces más jaladou con las viejas de lo que soy ahora. Por ejemplou, cuandou estaba en segundou de primaria yo era, obviamente, el consentidou de la maestra. ¿Por qué?, pues porque era carismáticou, adorable, amable, inteligente e incontrolable, combinación que ninguna mujer de ninguna edad puede resistir. El pedou es que recuerdou perfectamente cuando la maestra se tenía que ir del salón y dejarnos solos. Entonces ocurrió algo que cambió mi vida hasta ahora: descubrí las faldas. Bueno, creo que pa ese entonces ya las conocía, lo que pasa es que no estaba al tanto de todas sus... ventajas. Vi una falda y, con la seguridad que te da creer que todo puedes hacer y vale madre lo que pase, la levanté para ver el tesoro escondidou: los calzones. Me acuerdou que no lo hicimos una vez. Fueron un par de ocasiones en las que la maestra se paraba en la ventana a observarnos y esperar que notáramos su presencia mientras nosotros corríamos detrás de todas las féminas buscando levantarle las faldas. Todas huían y se carcajeaban al tiempou que nosotros dibujábamos una sonrisa demasiado maliciosa para nuestra edad. Desde entonces creo que me viene una fijación con las faldas. Ya he explicadou que una mujer sube exponencialmente sus bonos cuando usa falda y tiene buenas piernas. Dicha obsesión ha crecidou con los años, alimentándose de fantasías, escondiéndose en juegos infantiles y soñandou con ser liberada. Esa obsesión ha sidou por fin sacada a la luz. Después de tantos años nunca creí poder repetir la historia y comportarme como me comportaba cuando estaba en segundou de primaria y la srta. Chila me alcahueteaba mis fechorías...


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