viernes, 15 de octubre de 2004

Mi futurou...

Chiale, en esta pinchi semana que me traían en chinga con las putas tareas, los examenes pa llevar y los putous reportes de laboratorios que me cagan mecagan meacgafacmamccca3e... vi mi futurou reflejadou en la figura de un compa-ñerou de clase.

Primerou, me permitiré explicar que en mis clases hay toda clase de bichous y fenómenos (y SIN VIEJAS...). El fenómenou en cuestión gusta de dar las gracias en alemán cuando alguien le dice "salud" después de estornudar, le gusta dejarse crecer un bigotitou más pior que el de (San) Juan Diegou y le gusta llevar siempre un chingou de libros que el profe nunca nos pidió que leyéramos. Ah, y por ciertou, tá más gordou que Panchou Cachondou y el Gordou de Molina juntos. He ahí, en esa pequeña característica, donde veo reflejadou mi futurou alternou.

Pero el putou... digou, el puntou de este post es éste: mientras esperábamos el inicio de la clase, discutiendou sobre quién era el más geek de los presentes, a este cabrón, con sus libros, su paraguas, su impermeable y su Coca Light en la manou, se le cayó la tapaderita de su botellita de Coca Light. Desde ahí me empecé a cagar de la risa por dentrou, al ver que, mirandou hacia el suelou, veía con ciertou despreciou, enojou e indignación a la tapaderita como diciendou: "¿Por qué me haces estou otra vez??". Después de 2 segundos de contemplar nostálgicamente la chingaderita ésa le pidió al geek más cercanou: "He huey, ¿me puedes sostener estos libros por un momentou?". Yo estaba fascinadou viendou el espectáculou, no mames, ¡¡iba a intentar levantarla!!, la neta no me imaginaba cómo le iba a hacer, pero cuál fue mi sorpresa al ver lo que acontecía segundos después. El huey entonces se levantó el pantalón con la manou, cómo quien va a realizar un saltou bien cabrón, después se empezó a abrir de patas lentamente (y yo: "..."), después de abrirse como 10 cm pa cada ladou se empezó a agachar con el propósitou de juntar la pendejadita ésa de la Coca, cuandou estaba a puntou de recoger la madre ésa se oyó un gemido, un pujidou casi imperceptible: "ugh...", como el que hacen los tenistas después de pegarle en su madre a la pelota en el serviciou. En mi interior habían dos diferentes reacciones: una que se estaba cagandou de la risa y la otra que no daba créditou de lo que estaba viendou. Por fin el huey, tomó la puta cosilla, lentamente se levantó enderezando su columna y acto seguidou cerró las piernas los 10 cm. que las había abiertou. Le pidió al compa de al lado (que también lo miraba con una cara de azoradou) sus libros y muy tranquilamente después de respirar profundo le pusou la tapaderita a su pinchi Coca Light.

No me pude reir, se me hizo demasiadou culerou, pero después me asaltó una duda tremenda: ¿será ése mi destinou?, ¿así de terribles serán las consecuencias de mi huevonada y mi gula?, estaba en shock, sentí como si esa escena fuera mía en cuestión de unos cuantos años si no paraba de tragar y huevonear de la forma en la que la he estadou haciendou. Entonces salí de la clase con la firme intención de ir al gimnasio y de ir al pinchi hospitalitou a que me dieran una dieta balanceada pa no tragar tanta pendejada. Llegué al cuartuchou. 5 minutos y me llaman las ibéricas:

- "Hola golfo, ¿que te vienes con nosotras al buffet en 10 minutos? "
- "Arre, ahí nos vemos"
- "Ah, y después vamos a empezar la 3 temporada de Felicity, ¿te apuntas?"
- "Simón, yo llevou las palomitas. Nos vemos, chao."
- "Chao".


(No hay pedou, el lunes empiezou a ir al gimnasiou...)

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