A mi compilla le apodamos el Memín Pingüín desde que lo conocimos. El vatou es buen pedou nomas que está bien prieto y es medio pindejou con las viejas. Cuando salíamos de noche, las morras hacían como que no lo veían, y nosotros le decíamos: "Ríete Memín, no seas mamón, si no no te van a ver las viejas!". Pero el Memín se encabronaba. "Se hacen pindejas, cuando haya una que me quiera me va a ver". Y nos cagábamos de la risa.
Una vez el Memín se jaló a una fiesta de disfraces. El mamón (del Memín) se quiso vestir de poste de luz, pa que no dijeran que no lo veían. El huey se vistió de negro y con lo negro que él está parecía un poste negro de esos de madera (cuánta negrura!). Despues se colgó una lámpara que alumbraba su cara. Taba chilou el disfraz. En la fiesta todou bien acá, bien chingón, el pinchi Memín traía un chingo de pegue. Pero fue una morrita la que lo cautivó: era alta, morena y traía una enorme bata blanca con vivos en café y verde, la bata caía a sus pies con una gracia divina. El Memín se frikeó porque la vieja iba con intenciones de hablarle y el pindejou pos lo primero que se le ocurrió fue preguntarle "Ehh... Y... ¿de qué vienes disfrazada?", a lo que ella sensualmente contestó: "De montaña nevada...".Y fue entonces cuando nació el amor entre el Memín y la Yoya, la de los tamales. Se querían tantou los pindejous que no tardaron en casarse. El Memín había trabajado por meses para comprarle el vestido a la Yoya y quería que le recordara al día en que la conoció y pos al final le quedó bien chingón. Pero pos el huey terminó yendo con smoking rentadou. La boda fue todo un éxitou. Aunque después de eso la Yoya se enredó con otro cabrón y dejó al Memín. Pero pos a mí me gusta acordame de lo feliz que era el huey con la Yoya. Me acuerdo que le tomamos una fotou el día de su boda, pero como la cámara no tenía flash le dijimos al Memín: "Riéte huey, pa que te veas!". El mamón del Memín se encabronó y no se rió y pos... no salió:
Una vez el Memín se jaló a una fiesta de disfraces. El mamón (del Memín) se quiso vestir de poste de luz, pa que no dijeran que no lo veían. El huey se vistió de negro y con lo negro que él está parecía un poste negro de esos de madera (cuánta negrura!). Despues se colgó una lámpara que alumbraba su cara. Taba chilou el disfraz. En la fiesta todou bien acá, bien chingón, el pinchi Memín traía un chingo de pegue. Pero fue una morrita la que lo cautivó: era alta, morena y traía una enorme bata blanca con vivos en café y verde, la bata caía a sus pies con una gracia divina. El Memín se frikeó porque la vieja iba con intenciones de hablarle y el pindejou pos lo primero que se le ocurrió fue preguntarle "Ehh... Y... ¿de qué vienes disfrazada?", a lo que ella sensualmente contestó: "De montaña nevada...".Y fue entonces cuando nació el amor entre el Memín y la Yoya, la de los tamales. Se querían tantou los pindejous que no tardaron en casarse. El Memín había trabajado por meses para comprarle el vestido a la Yoya y quería que le recordara al día en que la conoció y pos al final le quedó bien chingón. Pero pos el huey terminó yendo con smoking rentadou. La boda fue todo un éxitou. Aunque después de eso la Yoya se enredó con otro cabrón y dejó al Memín. Pero pos a mí me gusta acordame de lo feliz que era el huey con la Yoya. Me acuerdo que le tomamos una fotou el día de su boda, pero como la cámara no tenía flash le dijimos al Memín: "Riéte huey, pa que te veas!". El mamón del Memín se encabronó y no se rió y pos... no salió:
Pinchi Memín te me perdistess!. Donde quiera que estés huey... ríeteee porque no te hallou!...
(Sólo para el apunte: apoco no la Yoya parece una montaña nevada con ese vestidou???).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario