sábado, 14 de febrero de 2004
La imprudencia del Valentín
Estoy teniendo un severo problema con los finales: ¿por qué una buena película tiene que acabar?, ¿por qué tiene una buena canción que terminarse?, ¿por qué tuvo que morir Cobain?, ¿por qué no sigue Einstein con vida?, ¿por qué no vive Maxwell?, ¿por que tuvo que morir el Vizconde de Valmont en "Relaciones Peligrosas"?, ¿por qué una luciérnaga deja de brillar cuando sale el sol?, ¿por qué tendrá que llegar el inoportuno Valentín?, ¿por qué no hay nadie que me diga cómo vivir?, ¿por qué no hay nadie a quien creerle?, ¿por qué tenemos que amar y ser felices?, ¿por qué lo bueno es bueno y lo malo está mal?, ¿por qué los niños dejan de ser niños?, ¿por qué la vida tiene que acabar?, ¿por qué decir "fue bueno mientras duró"?, ¿por qué resignarse a lo inevitable?, ¿por qué?, las lágrimas no parecen liberarme del peso de mi pena, pues no saben las ingenuas lágrimas quién lo puso en mi pecho, ni puede la tristeza hacerse en mis ojos un misterio, pues es resuelto, por mis ojos, el misterio de mi azul. En verdad desearía que los motivos del corazón abandonasen mis versos tintados de desesperación, mejores poesías harían las estrellas o las flores que la mano de un desdeñado. Sólo quisiera, con toda la fuerza de la noche que me acompaña, observar con vaga certeza al terminar estas palabras un único final: el de esta espina de tristeza que vive en mi pecho y ha echado raíz en mi corazón.( No tendría ningún problema con ese final).
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